Esta nueva variedad, de piel fina y un bonito color azul-morado con pruina blanca (fina capa cerosa de polvo) se adaptó perfectamente a las tierras del Sudoeste, a su clima y a las condiciones de secado. La nueva ciruela pasa resultante es de gran calibre, con sabores y aromas delicados. ¡Había nacido la futura ciruela pasa de Agen! Gracias a su puerto sobre el río Garonne, Agen se convirtió en la principal ciudad de las expediciones de ciruelas pasas. Se embarcaban en gabarras, pequeños barcos de vela o remolcados desde la orilla, que transportaban por el río Garonne las mercancías hacia Burdeos, donde se transbordaban a barcos adaptados para la navegación por mar. Dado que las ciruelas pasas llevaban el sello con el nombre del puerto de embarque de origen, se las conocía bajo la denominación de Ciruelas pasas de Agen.
Durante el invierno de 1709, un frío terrible destruyó un gran número de ciruelos. Las huertas se plantarán más tarde al oeste, en la región del Villeneuvois y del Agenais, reputada por ser menos fría, en las tierras arcillo-calizas de la Guyenne y de la Gascogne, haciendo de esta región del Sudoeste, a lo largo de los valles y las laderas de los ríos Garonne y Lot, la tierra de elección para el cultivo de la ciruela pasa de Agen.
Energética, rica en fibras, minerales y vitaminas, fácil de almacenar, la ciruela pasa de Agen conocerá un considerable apogeo desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX. La ciruela pasa de Agen siempre ha formado parte de los avituallamientos de la marina de vela en tiempos de la Marina Real y, más tarde, de la marina mercante a vapor. Embarcada como provisión de a bordo para los grandes viajes, la ciruela pasa de Agen dará la vuelta al mundo más allá de los mares y de los océanos, por todos los continentes. Los marinos la apreciaban por su sabor y sus cualidades nutricionales. Mezclada a una preparación para flan, compuesta de huevos, harina y azúcar, los marinos crearon así la famosa receta del far bretón con ciruelas pasas.